Importamos un saber oriental sobre la palabra
crisis - saber que es tan conocido como la brújula, la pólvora, el papel o la
imprenta -, pero occidentalizarlo genera una perspectiva de la acción que hay
que lograr aplicar. Los chinos escriben crisis con dos caracteres: el
primero significa peligro y el segundo, oportunidad.
En tiempos de crisis, entonces, hay mujeres
como Gabriela Larralde que ponen en práctica su mejor versión asiática
cuando dicen y deciden –como ella dice-que fundar una editorial
llamada #RumiarEditora “es algo tan sexy como torpe”, y la fundan. Tan
habitual como transitar las dificultades es tomarlas como una oportunidad para
esta multihacedora de cosas. Larralde, aparte de editora, es licenciada en
Ciencias de la Comunicación; escritora de poesía, cuentos, guiones y ensayos;
docente, y desde hace años viene dedicándose a investigar y escribir sobre
los cruces posibles de una trilogía potente: literatura infantil, género y
diversidad.
Gabriela Larralde |
Este año, como autora presentó dos libros que
dialogan perfectamente entre sí y con el contexto. Por un lado Bestiario secreto de niñas malas (Editorial
Planeta), adentrándose a escribir ella misma literatura infantil; y por
otro, su último libro que aborda con hondura aquella trilogía: Diversidad y género en la escuela. 150
libros y recursos TIC para abordar la ESI (Ediciones Paidós). La
precuela de este texto nace en 2014 con el nombre Los mundos posibles. Un estudio sobre la
literatura LGBTTTI para niñxs (Editorial Blatt & Ríos). Allí
Gabriela vuelca su vasto recorrido y su apasionamiento por la literatura
destinada a los peques desde una perspectiva de género y sexualidad. A su
vez, esos mundos posibles viajaron a la pantalla de TV, arribando a
PakaPaka con el nombre de Cuentos
de todos los colores.
Y siguiendo con el itinerario hacia atrás, vale
señalar que en Argentina habían sido sancionadas la Ley de Matrimonio
Igualitario, en 2010; y la Ley de Identidad de Género, en 2012.
Leyes que acompañaron, aunque con cierto retraso, a una serie de
transformaciones sociales y culturales que, desde luego, permanecen
abiertas y en constante reconfiguración. En ese contexto, Larralde
comienza a analizar las narrativas a través de las cuales las
sociedades se perciben a sí mismas. La mencionada literatura de los bajitos es
el espacio de estudio donde se focaliza para evaluar las repercusiones
que estos cambios llevan y traen.
Lo que en apariencia se presenta como una simple
pregunta es el puntapié hipotético del diálogo que comienza a
esbozar y complejizar desde la introducción cuando se
cuestiona: “¿Qué pasa con esos niños/as que hoy en día tienen dos
padres o dos madres? ¿Encuentran a sus familias en los libros que leen?” Ese
tipo de pregunta sobre las familias que reflejan los libros para chicos la
habitaba desde mucho antes, a partir de una experiencia
personal: comenta GL que no tiene recuerdos de sus padres juntos
porque su familia siempre estuvo “separada” y efectivizaron esta
situación legalmente cuando se aprobó la Ley de Divorcio Vincular, de
1987. Y aclara que para ella, la separación no era algo raro o extraño, pero el
mundo -el entorno social, el colegio- se encargó de demostrarle lo contrario.
Como la pequeña gran lectora que fue, comprobó que
ningún cuento infantil retrataba a su familia. Ni la historia ni la
configuración se hacían presentes en los textos para niños de la época. Los
libros a los que accedía narraban las vivencias de un “modelo” de
familia, distinto del suyo e integrado –generalmente– por cuatro
personas: la mamá, el papá y la famosa parejita (hija e hijo).
El bálsamo llegó de manos de la madrina de su
hermano que le regaló un libro donde encontrarse y encontrar su propia dinámica
familiar: Historia de un
primer fin de semana, de Silvia Schujer, se convirtió en lo que la
propia Gabriela bautizó como amuleto. Ese objeto de la suerte entre manos
y la aparición de leyes que llegaron tardíamente para reconocer derechos
que en buena medida ya se cumplían en la práctica, acompañaron la
iniciativa de la autora de buscar con insistencia en la literatura las voces
que narran la diversidad.
En una nueva y constante espera de marcos
legales adeudados, Diversidad
y género en la escuela… nos hace ver cómo la literatura puede
ser un recurso para abordar en las aulas los lineamientos de
la Educación Sexual Integral (ESI). Pero ese recurso, dice GL, no debe ser
tomado como algo accesorio o una adenda decorativa que cierra poéticamente un encuentro
donde se habla en términos biomédicos y patriarcales de la sexualidad, sino
como un elemento en sí mismo que produce conocimiento de una manera
logradamente diversa y sensible.
Respeto por la diversidad; Género y
feminismos; Familias y crianzas; Valoración por la afectividad y El
cuidado del cuerpo, son los cinco capítulos del libro que
intentan responder a los ejes temáticos de la ESI. Dicho sea de paso, el
Programa ESI, una ley de 2006, es un capítulo en sí mismo que el Estado
parece no recordar hace varios años. Pero volviendo al texto (sin perder
el contexto) Antecedentes y
Conclusiones, se presentan como los últimos dos apartados que
completan el libro y donde Larralde intenta asegurar y afianzar la
lectura integral y trasversal de su obra. En este orden de cosas, la autora expresa
su preocupación por haber tenido que forzar - como herramienta
pedagógica - la estructura del libro a capítulos de ejes que deben leerse
como una unidad.
Y ya dentro de cada capítulo, define los conceptos
que le dan título a cada apartado y los pone en perspectiva respecto de su
posición personal y política, sin abandonar por ello las rigurosidades
históricas y los hechos socioculturales inobjetables. Luego
arrima logradas reseñas de la bibliografía infantil nacional y
extranjera elegida para que los educadores puedan trabajar con los
estudiantes las diferentes temáticas. Y al final, agrega TICS (Tecnologías
de Información y Comunicación) que incluyen películas, sitios web, videojuegos,
divulgadores legitimados en redes, etcétera, como elementos complementarias
y/o alternativos a los libros. Materiales que ayudan siempre, más aún en
aquellos casos en los que no se cuenta con recursos económicos para acceder a
los textos recomendados que no están en Internet.
Diversidad
y género en la escuela… se convierte entonces en un libro que
busca libros, y cuando los encuentra, los presenta como excelentes
herramientas de trabajo. Una forma diversa de abordar la diversidad y el
género, desde el género literario; un nuevo texto que consolida a GL como
experta en la temática, a la vez que acciona políticamente sobre las áreas de
interés que enuncia : “(…) me interesa un doble desfasaje que encontré a
raíz de la nueva legislación: el primer desfasaje estaría dado por cómo las
leyes vienen a cubrir identidades o arreglos que ya existían de hecho; el otro
desfasaje lo encuentro en el tiempo que tardan los cambios sociales y
legislativos en verse reflejados en los productos culturales para niños y niñas”. Respecto
del primer desfajase - que también ha sido semilla del libro
precursor de éste (Los Mundos posibles…)- para actualizar su
vigencia, nada más elocuente que el reciente rechazo del senado a la
legalización del aborto.
Respecto del segundo desfasaje, podríamos citar una
serie de hechos que se concatenan y relacionan acabadamente con el
primero y que la autora analiza holgadamente en el apartado Antecedentes. Un camino luminoso,
cuando afirma que el mercado de la literatura infantil y juvenil no es
espontáneo ni inocente y que casi siempre dialoga con las condiciones
sociales que permiten la emergencia de nuevos temas. Puntualiza que a partir
del año 2000 en el mundo y del 2010 en Argentina, algunos autores y editoriales
comenzaron a publicar con más frecuencia literatura con perspectiva de género y
sexualidades. Larralde asegura que el motivo por el que hoy encontramos
esos libros, se debe a un entramado de cambios socioculturales, a
una nueva legislación y a la militancia feminista y LGBTTTI, entre otros
factores.
Construir una poética del género sabiendo que
la literatura es uno de los lugares a donde los seres humanos vamos
para comprender el mundo, es el recordatorio que subraya en más de una ocasión.
Y en este sentido remarca: “Leer es una toma de poder frente al libro.
Es un acto de resistencia. Leer no es mera contemplación, quietud; en este
caso: buscar si los libros representan o no los cambios sociales. La literatura
no es simplemente un lugar que da cuenta o no de estos cambios, como un espejo,
sino que es la misma literatura aquello por lo cual y por medio de lo cual se
lucha en una sociedad en un momento determinado. El discurso, la forma de
nombrar, de mostrar, de decir y no decir, cómo se dice y quién lo dice, es
poder en sí mismo, funciona como verdad de una época”.
Si para muestras basta un botón - en el
capítulo de Género y feminismo – GL se autocita con su
otro libro Bestiario secreto
de niñas malas que aloja a 21 (botonas), “niñas que
atormentan a la buena gente” con sus acciones, que van desde robar gatos y
tirar billeteras al inodoro, hasta cambiar contraseñas sin revelarlas. Sostiene
que: “El libro de alguna manera se pregunta: ¿qué significa ser una
niña mala? Estas niñas son malas solo con relación a ciertos mandatos o en
respuesta a ellos. Entonces las preguntas empezaron a crecer a medida que
escribíamos: ¿quién dice qué es una niña buena o mala? y, después de todo, ¿qué
es ser una niña buena en sociedades donde lo valioso es ser varón?
Esa anhelada y alcanzada unidad que
conforma el texto sostiene también respuestas con un enfoque de género y un
claro posicionamiento social y político, atento a dar soluciones a
los desfasajes descriptos. A su vez, entrega una propuesta activa y
activista para achicar la brecha entre las necesidades y los derechos, potencia
un contenido dirigido a destramar estereotipos que violentan el libre fluir de
las pluralidades en todas sus dimensiones y realiza un constante recordatorio
sobre la identidad entendida como un proceso dialéctico. Por ello, su texto
opera como contribución a ser y hacer palanca del cambio para
un mundo que -cimentado en la poética de género -comience a alojar las diversidades.
“Diversidad y género en la
escuela…”, se oye (lee) como un grito comprometido,
que entra en perfecto diálogo con el presente y acompaña en una suerte de “sala
de espera activa" la secuencia de los acontecimientos.
La historia de la historia nos viene mostrando que
siempre se llega con demora a la efectivización de derechos de distintas
acciones humanas, que más que debatir habría que garantizar desde todas las
esferas. Pero el cambio debe ser contundente cuando están comprometidas
la salud y la educación, porque la demora es, las más de las veces,
promotora de secuelas irreversibles.
La historia de la historia también convierte muchas
veces en próceres a los que no son escuchados en su contemporaneidad. Ya lo
había dicho el doctor René Favaloro, tan parafraseado en estos días y
tan ninguneado por algunos en su momento: “Con el aborto legal
no habrá más ni menos abortos, habrá menos madres muertas. El resto es educar,
no legislar”. Para educar, pues, Diversidad y género en la escuela de Gabriela Larralde. Para legislar,
una lucha activa como se viene dando.