El doble inexacto de mamá

Por Guadalupe Treibel

Habo Patience ka bokhathe II
“Los dones de coraje que recibí de mi madre son, a la vez, grandes y pequeños. Están enramados tan sutilmente en el tejido de mi psique que casi no puedo distinguir dónde termina ella y dónde comienzo yo”, anotó la poeta afroamericana Maya Angelou en cierta ocasión. ¿Y dónde es que empieza la artista Lebohang Kganye?, ¿dónde termina su madre? En su serie Ke Lefa Laka: Her-story, la muchacha sudafricana no solo celebra los parecidos: los induce, deviene doble inexacta de la mujer que le dio la vida en un intento por traerla del más allá, trascender juntas la mortalidad. “Me daba pánico olvidar cómo lucía, cómo sonaba, los gestos que la definían. Estos fotomontajes se convirtieron en un sustituto para la falta de memoria, una identificación falsificada, una conversación imaginaria entre las dos”, explica la damisela sudafricana, aún en sus veintes, sobre la movilizante obra en cuestión: viejas fotografías de las arcas familiares, de la juventud de su mamá, en las que –edición digital mediante- ella misma se inserta vistiendo la misma ropita, asumiendo la misma pose, conviviendo con su mamá dentro un marco decididamente ficcional.    

“Cuando ella murió, empecé a buscar objetos suyos por la casa. Encontré muchas, muchas fotos, y su ropa, que siempre había estado ahí pero a la que nunca le había prestado mayor atención. Ahí estaba ella, sonriendo y posando con esas pilchas en esas imágenes”, recuerda la mujer nacida en 1990, que vive y trabaja en Johannesburg, y que ha ganado becas, premios, expuesto a lo largo y ancho del globo. Muchas de las prendas que llevaba su mamá en las pics, de 20 o 30 años atrás, todavía estaban en su guardarropa; también reconoció las locaciones originales. Y el resto, como suele decirse, es historia… 

Ke bapala seyalemoya bosiu ka naeterese II
“Se despertó en mí la necesidad de rastrear mis raíces ancestrales, de explorar también la posibilidad de mantener algún tipo de conexión con ella. Así fue cómo apareció la idea de ‘fantasma’…”, cuenta la joven artista. Curiosamente es ella la que aparece en calidad espectral: Kganye se sobreimprime como una aparición, irrumpe en ese pasado en un intento –cabe suponer- por conocer a esta mujer, su madre, como un ser completo, independiente, separado de la maternidad. A partir de la recreación, de la “duplicación”, no desenfoca el original: lo magnifica, lo subraya, pone de relieve la joie de vivre de su progenitora: escuchando la radio, echada en un jardín de la ciudad, en la casa de una amiga, caminando por la noche… 

El resultado, lejos de ser inquietante, es cándido, entrañable, vivaz. Y muy terapéutico, según Lebohang, que logró con Ke Lefa Laka: Her-story reconectar con su mamá, aunar los recuerdos de la una y la otra, construir nuevos mementos a partir de ‘una versión presente de ella’, de una historia nueva y un punto en común: “Ella soy yo, y yo soy ella, pero hay tanta distancia, tanta distancia en el espacio y el tiempo…”.

“Buscando el jardín de mi madre, encontré el mío propio”, escribe la autora Alice Walker en su homónimo ensayo seminal, y acaso la frase aplique a LK, que los ha hecho germinar por partida doble. 


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Ke tsamaya masiu II
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Tshimong ka hara toropo II